In LSD Veritas -

Benvinguts al meu racó.


Todo está sujeto a interpretaciones, por lo tanto la realidad es subjetiva y las formas de pensar y vivir son caóticas y conflictivas. El pensamiento enmascara a menudo la verdad de los hechos. La realidad ya no puede ser objetiva. Todo pasa por el filtro del pensamiento y el individuo deja de observar los hechos tal como son.

martes, 24 de febrero de 2015

"Comprender los medios de comunicación" Marshall McLuhan








Sus ídolos son de plata y oro,
obra de manos humanas.
Tienen boca, mas no hablan;
ojos tienen, mas no ven;
tienen oídos pero no oyen;
tienen nariz pero no huelen;
tienen manos pero no asen;
pies tienen, mas no andan;
ni tampoco palabra alguna sale de sus gargantas.
Los que los fabrican se volverán como ellos,
y todo el que tuviere fe en ellos.

El concepto de «ídolo» del salmista hebreo es muy parecido al de
Narciso del creador de mitos griego. El salmista afirma que la contem-
plación de ídolos, o el uso de la tecnología, hace que los hombres se
vuelvan como ellos. «Los que los fabrican se volverán como ellos.» Se
trata de una simple cerrazón de los «sentidos». El poeta Blake desarrolló
las ideas del salmista en una completa teoría de la comunicación y del
cambio social. En su extenso poema Jerusalén explica por qué los
hombres se han convertido en lo que contemplaron. Lo que tienen, dice
Blake, es «el espectro del Poder de la Razón en el Hombre» que se ha
fragmentado y «separado de la Imaginación y encerrado a sí mismo como
en acero». En una palabra, Blake ve al hombre fragmentado por sus
tecnologías. Pero insiste en que éstas son autoamputaciones de los
propios órganos. Una vez amputado, cada órgano se convierte en un
sistema cerrado de grade y nueva intensidad que empuja al hombre «a
martirios y guerras». Además, Blake declara que el tema de Jerusalén
son los órganos de percepción:

Si varían los Órganos de la Percepción, parecen variar los
Objetos de la Percepción,

Si se cierran los Órganos de la Percepción, parecen cerrarse
también sus Objetos.

viernes, 20 de febrero de 2015

Breve resumen "Tragedia y Esperanza: Historia del mundo de nuestro tiempo" Carroll Quigley,









"Tragedia y Esperanza: Historia del mundo de nuestro tiempo" (1966)(Leer aquí) es un polémico libro de 1348 páginas escrito por Carroll Quigley, un prestigioso historiador estadounidense bien conocido por haber sido el profesor de historia de Bill Clinton. En esta obra abarca el período que va desde 1880 hasta 1963 y aborda la historia reciente de nuestro mundo desde una perspectiva un tanto peculiar: explica los grandes acontecimientos mundiales ocurridos durante esas décadas exponiendo el importante papel que han jugado las élites que todavía hoy controlan el sistema financiero. El propio profesor Quigley nos da a conocer en su libro la red elitista británica Round Table, con cuyos objetivos principales dice estar de acuerdo y a cuyos archivos y registros secretos se le permitió acceder durante un par de años. Sobre estas redes se explayaría más tarde en un nuevo libro publicado en 1981 titulado "The Anglo-American Establishment: From Rhodes to Cliveden" (leer aquí), donde explica detalladamente quiénes las forman, cómo funcionan y cómo han estado creando guerras deliberadamente durante todo este tiempo para controlar la economía de cada una de las naciones de este planeta.

Fuente: Ciberpensadores

Descargar: "Tragedia y Esperanza: Historia del mundo de nuestro tiempo"

jueves, 19 de febrero de 2015

Una reflexión sobre la tecnología y sus fines.




Cuando el aparato tecnológico se acabe de imponer totalmente y se vuelva autónomo, las relaciones humanas desaparecerán y se convertirán en virtuales, dónde éstas serán perfectas y no hayan problemas y conflictos que supongan malestar alguno para el hombre, porque entre otras cosas la perfección y el equilibrio estarán garantizados al crear una inteligencia artificial dotada de características inherentes humanas y de esta manera se eviten los sufrimientos que conlleva la vida en general, es decir, la búsqueda de la seguridad y de la felicidad ya dejarán de ser una utopía para convertirse en una realidad controlada por el sistema tecnológico totalitario e independiente de la élite que lo creo.

Una inteligencia artificial que nos dirigirá y gobernará para convertirnos en sus nuevos esclavos.

ANIQUILACIÓN DEL ARTE Y DEVASTACIÓN DE LO HUMANO. UNA RÉPLICA CONSTRUCTIVA. (Félix Rodrigo Mora)

 

 

El libro “Intelectuales de consumo. Literatura y cultura de Estado en España (1982-2009)”, de José Antonio Fortes, es valioso como denuncia fundamentada. Describe con realismo a los intelectuales, ellas y ellos, de la izquierda tras el triunfo electoral de ésta en 1982. Les tilda de “intocables. Insaciables. Como dioses”, en una situación en que “nadie se atreve ni siquiera a rechistar” contra tal estado de cosas, por el poder inmenso que acumulan y la manera brutal como lo usan. Son los “intelectuales de Estado” que han ido segregando “una cultura de Estado” plenamente monetizada y mercantilizada, “una cultura dirigida”, sin libertad y contra la libertad.
Fortes señala a los personajes de la izquierda cultural, aupados al poder, el dinero y la fama, Joaquín Sabina , Luis García Montero , Pedro Almodóvar, Fernando Savater (primero anarquista y luego de derechas), Carmen Maura, Camilo José Cela , Almudena Grandes, Antonio Muñoz Molina, Rosa Montero, José Antonio Marina, Felipe Benítez Reyes, Luis Antonio de Villena, Elvira Lindo, Miguel García Posada, Luis Alberto de Cuenca, Maruja Torres, Javier Cercas, entre otros, promovidos por el diario El País, la cadena Ser y las televisiones ligadas a Pris0, los medios adoctrinadores por excelencia del progresismo en los últimos 40 años, actuar que se explica, también, porque entre los accionistas de dicho diario están, en la actualidad, el financiero G. Soros y el Banco de Santander.

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Marshall McLuhan y Quentin Fiore - El Medio Es El Mensaje o el Masaje.





“El medio es el mensaje”, el aforismo más conocido de McLuhan, explica
de manera concisa y poética el planteamiento que ofrece el autor canadiense a los estudios de la ecología de los medios, sirviendo como invitación a la reflexión. Sobre este aspecto se han lanzado abundantes críticas, dirigidas más a desprestigiar al autor, que a debatir su axioma.
Los medios, en un sentido amplio, son extensiones del ser humano, y
también amputaciones, ya que la tecnología funciona, en la práctica,
como prótesis. La sociedad contemporánea era, para McLuhan, un remolino caótico, como expone en La Novia Mecánica: Folclore del hombre industrial
(1951), en el que solo se puede encontrar sentido a través del
camino de la observación.

Descargar: "El medio es el masaje"


viernes, 13 de febrero de 2015

Una pequeña reflexión sobre la Revolución tecnológica.





La revolución tecnológica acabará por adaptar al hombre a las necesidades que impone una élite de poder para desproveerlo totalmente  de la autonomía que aún le quedaba.

Esta adaptación y finalmente asimilación del hombre por la tecnología supondrá el nacimiento de un nuevo hombre que dependerá totalmente de ésta para poder sobrevivir, un nuevo hombre desprovisto de conciencia y alma, ya que la tecnología lo proveerá de una nueva conciencia creada por las máquinas, de esta forma ya no echará de menos las inquietudes e incertidumbres tanto como la pasión por la vida que le pertenecían en el pasado.

Sin ir más lejos creo que internet ya ha creado una conciencia alternativa en la que el hombre "inconscientemente" frustrado e impotente ante la realidad en la que vive pueda huir y aislarse -por momentos- en un mundo aséptico y sentirse a gusto en él.

La mayoría de las normas y leyes y los condicionantes para la supervivencia se aceptan y aceptarán sin apenas oposición.

Por lo tanto vaticino un futuro bastante oscuro también para los supervivientes de este planeta.

De lo cual se deduce que una élite de poder impondrá cada vez mayores dificultades y restricciones para la supervivencia al resto de los mortales, las condiciones ya quizá sean lo de menos, pero ya podemos atisbar y hacernos una idea de como vivirán nuestros descendientes en este mundo.

El modus vivendi basado en la tecnología y la propaganda de todo tipo de artículos serán las directrices del sistema impuestas para la supervivencia del hombre.

jueves, 12 de febrero de 2015

Una pequeña reflexión sobre "Blade Runner"


                                      La conciencia de la máquinas.











En esta representación de la pesadilla tecnológica que está a la vuelta de la esquina se puede uno imaginar en un futuro próximo el modo de vida de los hombres y las consecuencias que va a conllevar. “Blade Runner”, aporta cosas interesantes, la más interesante a mi juicio es la interacción de los replicantes (robots) con los hombres, que supondrá un nueva visión de la vida, los replicantes muy similares a los hombres en general podrán convivir con ellos sin ningún tipo de problemas, por otro lado, los hombres van a adquirir cada más características y particularidades de sus inventos, en este caso los robots, la frontera que separa el hombre de la máquina ya no se percibirá como tal y esta situación de asimilación del hombre por la tecnología reproducirá una nueva conciencia, distinta aunque artificial y connatural a la del hombre se irá adaptando a ella en un proceso evolutivo que lo llevará a una nuevo paradigma de su existencia.

La cuestión fundamental de la conjunción entre los robots y los hombres será en última instancia ver que conciencia se impondrá, a mi juicio no tengo ninguna duda de que la conciencia de las máquinas acabará absorbiendo la del hombre para de esta manera formar una conciencia “híbrida” que será la fusión de ambas, gobernada por el aparato tecnológico al hacerse autónoma.

El hombre se verá en el dilema de aceptar las directrices que le impondrá el sistema tecnológico que gobernará o verse barrido por éste sin contemplaciones, tampoco dudo de que no supondrá ningún esfuerzo -por parte del sistema- liberarse de los disidentes inconformes con éste.

Para más inri la ética y la moral propias del ser humano irán desapareciendo progresivamente conforme el aparato tecnológico se hace cada más autónomo e independiente, esta es una premisa necesaria porque la convivencia entre robots y humanos ya no supondrá conflicto alguno importante.

No cabe duda de que la Revolución tecnológica permitirá al hombre vivir sin mayores dificultades y conflictos, es decir, por ejemplo el miedo y la ansiedad derivada de las supersticiones que conllevaba la vida de sus antepasados al tener una conciencia basada estrictamente en el funcionamiento de las máquinas y olvidarse de su conciencia primigenia.








lunes, 9 de febrero de 2015

"Catastrofismo, administración del desastre y sumisión sostenible" René Riesel, Jaime Semprún.

La catástrofe histórica más profunda y más real, la que en última instancia determina la importancia de todas las demás, reside en la persistente  ceguera de la inmensa mayoría, en la dimisión de toda voluntad de actuar sobre las causas de tantos sufrimientos, en la incapacidad de considerarlas siquiera lúcidamente. Esta apatía va a resquebrajarse, en el curso de los próximos años, de manera cada vez más violenta por el hundimiento de cualquier supervivencia garantizada. Y quienes la representan y la alimentan, cultivando un precario statu quo de ilusiones tranquilizantes, serán barridos. La emergencia se impondrá a todos y la dominación tendrá que hablar por lo menos tan alto y claro como los propios hechos.










Cuando el Destino nos Alcance (Soylent Green... por DerechoEcologico

martes, 3 de febrero de 2015

Apuntes sobre la violencia.





Manuel Delgado.

Todas las formas conocidas de sociedad civil moderna aparecen amenazadas por fuertes endógenas de incivilidad
Como ha señalado John Keane, «la incivilidad sería entonces una situación cronica de las sociedades civiles, una de sus condiciones típicas», algo así como un lado oscuro en que se desmentiría toda ilusión de una agregación humana plenamente integrada y armónica. Estaríamos hablando aquí de la parte maldita de todo progreso social, un fondo atroz, infraconsciencia permanente de lo artificial y de lo frágil de las pacificaciones que permiten la cooperación «civilizada» entre grupos humanos en realidad incompatibles. Como si el proceso civilizatorio al que consagrara Norbert Elias sus mejores páginas pudiera experimentar –y experimentara de hecho constantemente– todo tipo de regresiones, titubeos e interrupciones. La monopolización de la fuerza por parte de los Estados modernos y el rechazo casi en forma de reflejo condicionado respeto de las expresiones consideradas ilegítimas de agresividad en la vida ordinaria han condicionado que la violencia sea así lanzada de una zona oscura, a la que se le niega ya no su naturaleza de instrumento social y de medio de comunicación culturalmente pautado, sino incluso a su propia condición de propiamente humana. La violencia es objeto de discursos que la perfilan como una irrupción del otro absoluto, que la asocian al inframundo de los instintos, que prueban nuestro parentesco inmediato con los animales o que advierten del acecho cercano de potencias maléficas. La violencia ejercida por personas ordinarias no legitimadas es entendida como abominable, monstruosa, en cualquier caso siempre extrasocial.

La representación mediática, sobrecargada de tintes melodramáticos, de esa violencia no sólo antisocial, sino asocial, no hace sino incidir constantemente en la degradación que indica el uso no legítimo de la fuerza bruta, que convierte a sus ejecutores en menos que humanos, representantes de instancias subsociales. La imaginación mediática y los discursos políticos y policiales que hablan constantemente de esa violencia exógena a lo social humano, procuran hacer de ella un auténtico espectáculo aleccionador para las masas. En los medios de comunicación y en los discursos oficiales que «condenan la violencia» no se habla nunca, por supuesto, de la violencia tecnológica y orgánica, aquella que se subvenciona con los impuestos de pacíficos ciudadanos que proclaman odiar la violencia. No mencionan la muerte aséptica, perfecta y en masa de los misiles inteligentes o de los bloqueos contra la población civil. No hacen alusión a las víctimas incalculables de la guerra y la represión política. Vuelven una vez y otra a remarcar lo que Jacques Derrida había llamado la «nueva violencia arcaica», elemental, bruta, la violencia primitiva del asesino real o imaginario, del sádico violador de niñas, del terrorista, del exterminador étnico, del hooligan, del delincuente juvenil, del joven radical vasco, del skin. He aquí una violencia representada como inorgánica, animal, primaria, en la línea de aquella distinción propuesta lúcidamente por Walter Benjamin entre la violencia episódica, ocasional, contingente, y la violencia constante, las coordinadas y estructuras fundamentadas en el uso de la fuerza que posibilitan la existencia misma de los órdenes políticos centralizados. Frente a una violencia uniformada, lo que se opone intolerablemente es una violencia «vestida de calle», «de civil», al mismo tiempo cotidiana –puesto que está siempre ahí, semioculta en los subsuelos de la vida ordinaria– y excepcional, puesto que ya se ha repetido que su naturaleza es mostrada como ni tan solo propiamente humana.


Frente a una violencia homogénea, sólo concebible asociada al aparato político y a la lucha por la defensa y la conquista del Estado, una violencia heterogénea, dispersa, caótica, errática, asociada a todas las formas concebibles y hasta inconcebibles de alteridad: violencia terrorista, criminal, demente, enferma, étnica, instintiva, animal; violencia informal, poco o nada organizada: bomba casera, cóctel molotov, arma de contrabando, puñal, piedra, hacha, palo, veneno, puñetazos, mordiscos, patadas... De hecho, esa es la violencia que parece interesar de manera exclusiva a los sistemas mediáticos, ávidos por proveer al gran público de imágenes estremecedoras de las consecuencias de la desviación, la anormalidad y la locura. Violencia artesanal, pre-moderna, «hecha a mano», paradójicamente «violencia con rostro humano», y por ello escandalosa e inaceptable. Los violentos son siempre los otros, quizá porque uno de los rasgos que permiten identificar a esos «otros» es la manera como éstos contrarían el principio político irrenunciable del monopololio en la generación y distribución del dolor y la destrucción. Una magnífica estrategia, por cierto, en orden a generar ansiedad pública y a fomentar una demanda popular de más protección policial y jurídica. Se entiende la preocupación de todo discurso político por mostrar la violencia como algo que debe ser mantenido a buen recaudo, un monstruo que debe permanecer lejos o enjaulado.

El mínimo descuido podría hacer manifiesto que el Estado se funda, en efecto, en esa violencia, y que ahí está la evidencia misma de su impotencia, de su debilidad, de una deslegitimidad siempre intuida y, por ello, obsesivamente ocultada. Siguiendo a Arendt, no podría existir un poder violento, sino, como mucho, una dominación, un sometimiento destinado a instrumentalizar la voluntad humana al servicio de objetivos particulares. Recuérdense sus palabras: «La violencia puede destruir al poder, es absolutamente incapaz de crearlo». En relación con esto, los discursos oficiales sobre la violencia serían siempre contribuciones a la voluntad del orden político de disuadir o persuadir a la mayoría social de una cosa de la que nunca aparece del todo convencida. A saber, que el uso de la fuerza no es lo que es, es decir un recurso cultural y un lenguaje disponibles para fines asociados a una «última instancia», la administración y control de la cual depende de la propia sociedad, sino una substancia demoniaca altamente peligrosa, de la que la manipulación ha de correr siempre a cargo de especialistas que han sido entrenados por la Administración. Sólo ellos reciben permiso para entrar en contacto con una materia tan dañina, tanto en el terreno de las prácticas como en el de las representaciones, y preservarnos de una energía cuyo peligro reside en su extraordinaria capacidad de expresar sentimientos e ideas, de resolver problemas por la vía rápida y, por último, de poner en comunicación a los seres humanos usando para ello el más poderoso de los vínculos conocidos: el odio.
 Fuente: "La Haine".


 
Indiquemos antes de ir más lejos que las motivaciones del Padre Maillard son las mismas que las de todos estos cristianos: apertura a los pobres, solidaridad con el tercer mundo, crítica de la injustica capitalista..., y “amar al tercer mundo es amar su revolución, y tomar partido de ella, y estar dentro de ella esperando poder permanecer como no-violentos, sin juzgar a los que, al matar, van hasta dar su vida”. Aquí el padre Maillard se considera no-vilento, pero en otro lugar escribe: “La violencia nos es impuesta desde el exterior: tengo que afrontarla; rehusar tomar el fusil es esperar ante el drama de la injusticia y dejar morir de hambre a los miserables. Siempre la violencia del opresor desencadena la violencia del oprimido: sucede que la violencia es su única expresión posible”. Pero no se limita a constatar este hecho (con el que estoy muy de acuerdo), lo justifica y ello le conduce a conclusiones sorprendentes: “ Tenemos que liberarnos de una moral de pureza”. En otras palabras, plantea el problema de los medios, pero no duda en aceptar los peores. “Tenemos que respetar a todo hombre que tome la decisión de comprometerse”: lo importante no es ya el prójimo , sino el compromiso. Y, en cuanto a la solidaridad de los demás, lo que prima, por supuesto, no es la comunidad de fe, sino la acción revolucionaria. “ El cristiano en sí no me interesa, sino solamente el hombre que se ocupa de sus hermanos al nivel más global. Si quiere verdaderamente salvar al hombre, veremos juntos cómo resolver el problema de los medios.”


Jacques Ellul. "Autopsia de la revolución"